En 1759 al iniciar Carlos III su reinado, Inglaterra y Francia se hallaban en guerra, y esta última nación buscó establecer una alianza con España como único medio de contener el poderío cada vez más temible de su enemigo, el que ya había arrebatado colonias tanto a la corona francesa como a la española y que constantemente los amenazaba. Firmándose un pacto entre ambos países en agosto de 1761, tan pronto fue del conocimiento de los ingleses estos declararon la guerra a España en enero de 1762.

Comenzaron los preparativos rápidamente para apoderarse de La Habana, considerada la plaza más fuerte de las Antillas, y el 6 de junio de ese año, la presencia de la escuadra inglesa frente a La Habana, sorprendió a las autoridades españolas, a pesar de que en el puerto había anclados catorce buques de guerra que representaba la quinta parte de las fuerzas navales de España, una gran escuadra compuesta por más de 50 navíos de línea y fragatas y 200 transportes, al mando del almirante Sir George Pocock, y un ejército de cerca de 25 mil hombres, comandados por George Keppel, Conde de Albemarle, llegó frente a las costas de la capital de la Isla, la que contaba para su defensa con 16 buques, 2400 marineros y unos 4 mil hombres de tropas regulares, más una fuerza adicional de unos 10 mil voluntarios.

Al acercarse la poderosa escuadra inglesa, el gobernador de la Isla, Prado Portocarrero, adoptó con celeridad las medidas de ocupar La Cabaña, enviar tropas a Cojímar y poner en pie de guerra a todos los pobladores. Para impedir que penetraran buques enemigos fue cerrada la entrada del puerto con cadenas y hundidas tres embarcaciones.

Desembarcando al día siguiente los ingleses ocupando a Cojímar, Bacuranao y Guanabacoa y el día 11 tomaron la loma de las canteras llamadas de las Cabañas, desde donde se dominaba la ciudad y el puerto.

De inmediato comenzaron el asedio del Morro, el que era defendido por el Capitán de Navío don Luis de Velasco, y que ofreció una tenaz resistencia que en ocasiones hizo dudar al Conde de Albemarle de la posibilidad de su captura.

Las milicias causaron mucho daño a las tropas invasoras, durante todo el tiempo que duró el asedio, en especial las de Guanabacoa, mandadas por el Regidor de la villa don José Antonio Gómez, conocido por Pepe Antonio. Sin embargo, a los cuarenta y cuatro días de lucha, los ingleses hicieron explotar una mina en un costado de la fortaleza, abriendo una brecha por la que penetraron para lograr finalmente la rendición de los defensores.

El 30 de julio, en el último combate, fue herido de un balazo en el pecho Luis de Velasco y junto con él cayó poco después su segundo comandante el marqués Vicente González, quien defendió hasta último momento el pabellón nacional. Velasco fue conducido a la ciudad, donde a pesar de los esfuerzos realizados por salvar su vida, falleció el 1 de agosto, siendo enterrado en el Convento de San Francisco. Mientras tanto, Albemarle concedió una tregua de veinticuatro horas para facilitar su traslado y asistencia, y a su muerte rindió homenaje a su enemigo contestando desde su campamento las descargas que se hicieron en su honor.

Gran esfuerzo costaría a los ingleses el rendimiento de La Habana, que resistió heroicamente, pues hasta el doce de agosto no vieron cumplido su objetivo, después del sangriento ataque y bombardeo.

El 13 de agosto fue tomada la ciudad y en ella permanecieron los ingleses hasta el 6 de julio de 1763, en que de acuerdo con las disposiciones del Tratado de Versalles, la entregaron de nuevo a España. Al ser devuelta la plaza la Academia de Bellas Artes de Madrid, a través de un concurso convocado para perpetuar la memoria de dicho acontecimiento, mandó a labrar una medalla en conmemoración del asalto al Morro y la muerte de sus jefes, Luis de Velasco y el marqués González.

Fue diseñada y grabada por Tomás Francisco Prieto (1716-1782), Grabador General de la Casa de la Moneda de Madrid, y se acuñaron en diferentes metales: oro, plata y cobre.

En su anverso aparece, de perfil a la derecha, los bustos de Luis de Velasco y Vicente González, en la parte superior la leyenda: LUDOVICO DE VELASCO ET VINCENTIO GONZALEZ. Debajo de los bustos el apellido del grabador, PRIETO.
En el reverso se observan el castillo del Morro en el momento de la explosión de la mina en su costado, a su izquierda la escuadra inglesa y a la derecha una parte de las fortificaciones de la plaza y varios buques al fondo. En la parte superior aparece la leyenda: IN MORRO VIT GLOR FVNCT (A la gloria de los caídos en el Morro), y en el exergo, en cuatro líneas: ARTIVM ACADEMIA CAROLO REGE CATHOL ANNVENTE CONS A MDCCLXIII (La Academia Bellas Artes, con la anuencia del rey católico Carlos, la consagra el año de 1763). La medalla tiene un diámetro de 50 milímetros.

El Museo Nacional Numismático, posee en sus fondos museales esta medalla, expuesta en la sala permanente de medallística, que la pueden disfrutar tan pronto el museo abra sus puertas al público, de esta forma virtual la pueden observar mediante la imagen que les mostramos, acuñada para rememorar este acontecimiento histórico.

Por su relevancia esta medalla constituyó un símbolo trascendental en las actividades civiles del gobierno español de la isla.

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