En 1837 la situación de la Empresa de Correos Marítimos era bastante precaria. Poe una parte los accionistas aspiraban a recibir cuantiosos dividendos y por la otra los ingresos se veían mermados al no utilizarse los buques de la Empresa para el transporte de tropas y deportados alegándose el mal estado de los navíos.
Poe otra parte las recaudaciones por concepto de tasas postales se habían reducido notablemente debido a que la Administración de Correos recibía parte de la correspondencia directamente y la oficial o de gobierno, que era muy abundante no pagaba franqueo.
Aunque en 1840 ya contaba con seis buques en servicio, la Empresa continuaba alegando una difícil situación económica.
Ante esta situación las autoridades pensaron de nuevo en hacer este servicio con la Marina de Guerra, pero el cálculo de lo que debía recaudarse no era suficiente para cubrir los gastos que el buque ocasionaría.
Por esta razón no se aprobó el proyecto y decidieron continuar con los servicios de la Empresa.
Exactamente, el 4 de abril de 1843, el gobierno plantea a la Empresa la sustitución de los viejos barcos de vela por buques de vapor, lo cual fue denegado por el administrador, señor Joaquín de Arrieta, quien alegó que por su alto costo no era posible hacer esa compra y que si el gobierno determinaba implantarlos de todos modos, él y los accionistas se verían obligados a reclamar el importe del dinero invertido por ellos.
Continuará………